Soy de los tuyos - La comunidad de Don Bosco
Pedro Enría
(acompañamiento)
“Conocí a Don Bosco en septiembre de 1854 en el convento de los dominicos, donde se reunía a los pibes que habían quedado huérfanos por el cólera que afectaba la ciudad...
Mientras todos los chicos eran reunidos y puestos en fila por un asistente, vemos venir a un cura acompañado por el director del orfanato... sonreía, tenía un aire de bondad que se hacía querer sin necesidad de hablarle antes. (...)
Todos respondían con confianza y decían cómo se encontraban; pasó finalmente junto a mí, yo sentí que me latía fuertemente el corazón no por temor sino por un afecto y cariño que sentía dentro de mí mismo. Sentía que había querido desde siempre a Juan Bosco.
Me preguntó el nombre, apellido y pueblo, yo le respondí con gran afecto: me llamo Enría Pedro Giuseppe. Me dice:
—¿Querés venir conmigo? Seremos siempre buenos amigos, hasta que estemos en el Reino de los Cielos… ¿estás contento?
—¡Claro que sí, señor! - respondí - estoy contentísimo -
—¿Y éste que tenés al lado tuyo es tu hermano?
—Sí señor,
—Bien, ¡que venga él también!
Le besé la mano con confianza y amor de hijo, me saludó con amor de padre y pasó a otros.
Y a todos nos “abría las puertas” con afecto, con un saludo lleno de bondad. (...)
Al entrar en el Oratorio fuimos bien recibidos por Don Bosco y por su amorosa madre, entonces recién ahí conocí a aquel cura que vino a visitarnos al hospicio de Santo Domingo. Escuché aquel nombre que me había sonado tan dulce la primera vez que lo oí pronunciar por los pequeños huérfanos, pero después sabiendo, que yo estaba justo en la casa de Don Bosco, mi corazón no podía más de la alegría. (...)
Don Bosco era para todos nosotros un verdadero padre. Alrededor suyo estábamos todos felices y contentos. (...) El ambiente era muy cálido. Recuerdo siempre aquel día afortunado de mi ingreso en el Oratorio de Don Bosco.(...)
Estaba siempre alegre y contento. Pensaba más en nosotros que en él mismo. (...) Rezaba y nos hacía rezar a nosotros y volvía a la puerta de aquellos señores, a veces eran los mismos que lo habían maltratado, encontraba un cambio total, y le daban ayuda de corazón para su obra. (...)
¿Quién hubiera dicho que Don Bosco fuera a buscarse un insignificante joven, hijo de un pobre pero honesto campesino, para que fuera un día quien debía asistirlo en todas sus enfermedades hasta que se vaya al Reino de los Cielos (...)?
Pedro Enría
Salesiano coadjutor y enfermero de Don Bosco,
tenía entonces 47 años.
Para Don Bosco, aquellos que lo acompañaron fueron piedra fundamental en el origen de lo que hoy podemos denominar nuestro carisma. Que al repasar anécdotas, encuentros y opciones históricas de estos personajes podamos reconocer aquellos dones y valores que hoy siguen vivos en cada uno de los que formamos parte de esta familia. En definitiva, esos nombres que nos antecedieron como educadores/ras, como ex alumnos/as, como familia salesiana, intentarán ser herramientas para seguir profundizando dimensiones tan propias de nuestra esencia como la escucha, la alegría, el acompañamiento, el servicio, la amistad, el compromiso social, la espiritualidad, la ternura y el cuidado. Dejémonos llevar por las historias, disfrutemos un rato de las opciones de otros/as tantas que en tiempos de don Bosco descubrieron una manera de estar entre los pibes. Reconozcamos esos valores que dieron origen al Sistema Preventivo en muchos de los que hoy, como comunidad del Santa, intentamos mantenerlo vivo día a día.